miércoles, 24 de octubre de 2007

Celos...

Que enfermedad mas horrorosa y patética. Existen hombres que matan por celos, mujeres que son capaces de perder toda su dignidad en escenas neuróticas y absolutamente absurdas.

Por eso soy una fiel opositora a los celos, aunque debo reconocer que existen circunstacias en que es dificilísimo controlarlos, pero se puede, con trabajo, es posible.

Encuentro una pérdida de tiempo pensar todo el día que tu pareja puede estar haciéndote portadora de una vistosa cornamenta, al más puro estilo Rudolph (el reno del Viejo Pascuero) o el vena'o (canción popular de los 90) y además por experiencia personal puedo decir que "el que busca siempre encuentra". Entonces el mejor camino para olvidarse de eso es haciéndose la tonta, lean bien HACIÉNDOSE, pero no siéndolo.

Hace pocos días pasé por una situación no muy agradable, luego de una extraña llamada por teléfono de la ciudad donde vive mi pololo, me puse a investigar y justamente, en un porcentaje no muy considerable, lo que me dijo esa voz femenina, irreconocible para mí, era verídico. Un par de llamadas a mis amigas me permitieron confirmar que era una posible candidata a Bambi.

Algo que yo creía absolutamente borrado de mi memoria volvió a aparecer: los celos. Pero esta vez me vi forzada y con el deber moral de pedir explicaciones, o sea, podré tener la cara de tonta, pero no lo he sido nunca.

Vuelvo a aclarar que soy reacia a protagonizar escenas de celos porque las encuentro absurdas, pero esta vez no me quedó otra alternativa: enfrentar la situación y lo que sentía lo más dignamente que pudiera.

Tome aire más de 100 veces, fumé todo el día para tratar de tranquilizarme y no empezar a pasarme rollos anticipadamente. Yo conozco lo que tengo al lado, repetía una y mil veces, pero en honor a la verdad calmarme fue imposible.

Mil cosas pasaron por mi cabeza en cosa de segundos. Los celos son peor que las drogas respecto a las alucinaciones, es increible como la mente puede en una milésima de segundo armar toda una película en torno a una supuesta infidelidad y lo peor de todo es que en vez de aminorar los ánimos los enardece. Situaciones que cuando las supiste pasaron casi inadvertidas, ahora toman peso, empiezas a atar cabos y obviamente lo haces pésimo. Es sólo una alucinación preparada por tu cabeza para hacer que pierdas la calma y, a mi juicio, la dignidad también.

Es horrible esa sensación, pero que satisfactorio y autocomplacente es poder manejarla. Después de ensayar más de mil veces cómo y qué iba a decir para aclarar la situación y esperar que mi pololo saliera del trabajo, logré calmarme, pero aún no podia aminorar la pena que tenía a cuestas. Así es que no me quedó otra que agarrar el teléfono, armarme de valor y estar dispuesta a escuchar lo peor.

Después de casi vomitar todos los datos duros que sabía, como las salidas a comer junto a una pareja de amigos, la búsqueda de casa para la señora en proceso de volver a ser señorita y omitir los demás detalles que hicieron que mi cabeza creara mil y un film de mi pololo y esa tal Pamela, la calma de potis me impresionó, incluso llegue, por una milésima de segundo, a pensar que estaba con un verdadero cara de raja -perdonando la expresión- pero en ese mismo instante recordé que los hombres cuando se sienten acorralados reaccionan mal se enojan, pero mi pololo estaba ininmutablemente calmado lo que me hizo creer en todo lo que me dijo.

Si, salió a comer con ella y unos amigos, si, la ayudo a buscar casa, pero no lo hizo con la intención de ser infiel, según él y yo le creí. Lo hizo sólo por ser buen compañerito de oficina ayudando a una desequilabrada emocional, desarreglada, depresiva, recién separada madre de dos hijas.

Debo aclarar que la última descripción de Pamela, la compañerita de oficina, no fue fruto de mi imaginación ni de mi mente celosamente picada, como podría interpretarse, es un dato duro entregado por una fuente de la cual me reservaré el derecho, que tengo como periodista, de divulgar.

Con esa descripción de la compañerita los celos se me pasaron inmediatamente, es estúpido pensar que él tropezará nuevamente con la misma piedra y volverá a caer en manos de ese tipo de mujeres, sobretodo después de aprender, conmigo, que el el amor no es culposo, oprimido ni menos depresivo.



Asi es que sin importar lo que diga la gente, los llamados anónimos de féminas cobardes que no dan la cara, bueno en este caso el nombre, YO LE CREO y a dar vuelta la página y seguir con fuerza esta relación que es maravillosa.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Viste que no vale la pena... en cualquier momento te va a cagar. cuando esto pase, voy yo a estar para ayudarte... y me la jugaré completamente por ti.

Si en algo te ayuda, él es el único que pierde, tu eres una mina demasiado total integra y feliz. Si pasa algo se va a arrepentir y cuando vuelva va a ser tarde.

Beluso dijo...

Que buen artículo!.
Carlita, pero que heavy lo que narras. Ahora bien. Yo le creo a tu pololo tambien. Y sabes por que¡. Porque tu me dijiste que contigo solo hay tipos verdaderos y transparentes. Y yo te creo, porque tú no mientes.
Paz y amor, que todo pasará. Ya verás. Donde hay amor de verdad, lo demás no existe.

Anónimo dijo...

NO OLVIDES QUE PARA CUANDO EL DECIDA IRSE, YO ESTARE ESPERANDO PARA TENERTE EN MIS BRAZOS.
SIEMPRE TUYO,

TU ADMIRADOR

Carla dijo...

Gracias Beluso, obvio que cuando hay amor nada más importa.
A los demás lectores les deseo encuentren su media naranja y trabajen en el tema de los celos...

Carla dijo...

Ahh se me olvidaba, para los otros posteadores recuerden lo que siempre digo, ustedes creen que están enamorados, pero es sólo una atracción, para estar enamorado y amar ese amor tiene que ser correspondido. Sin experiencia en común, difícil es que exista amor.
Saludos.