viernes, 9 de noviembre de 2007

Aló? Misma, siiii soy yo!!!!!

Que cosa más gratificante es encontrarse consigo misma. No existe nada mejor que "abrir los ojos" y saber que ahí estás tu y tu yo interior. Con defectos y virtudes, pero contigo misma y aceptándote tal cual, sin culpar a nadie por tus encuentros y desencuentros.
El solo hecho de abrir los ojos y saber cuánto vales y todo lo aprendido en la vida te enorgullece y te hace tremendamente feliz.
Saber cuántos obstáculos haz sido capaz de derribar es algo que te hace grande, muy grande.
Estar lista para enfrentar la vida sin blindajes, sin paredes de cemento impenetrables por miedo a sufrir o fracasar, gracias a lo que haz aprendido, te hace ser una mejor persona.
Entregar estos conocimientos a otros, que pueden a distinto tiempo estar pasando por lo mismo, te da aún más seguridad, ya que eso te demuestra a tí misma y reafirma que haz superado algo que alguna vez representó un problema, una penaun fracaso o una culpa . Que lo puedas hablar abiertamente, sin tapujos y sin tristeza, es la cosecha más fructífera que puedes obtener de la vida.
Tal como decía antes, en otro artículo publicado aquí mismo, el amor es aceptar tal cual es a la otra persona, pero se me olvidó poner que en primerísimo lugar esto es posible sólo si te quieres, valoras y aceptas a ti misma primero.
Hoy leí nuevamente un libro que en mis peores momentos me recomendó el psiquiatra, se llama "El Caballero de la Armadura Oxidada", y no les puedo retratar la alegría que sentí al constatar que logré hacer lo que nunca pensé que haría... me deshice de mi armadura, fui capaz.
Di un vuelco total a mi vida, encontré lo que necesito para ser feliz encontrándome conmigo misma y reafirmé mi idea: "soy feliz conmigo".
La felicidad es la suma de pequeños momentos que te hacen feliz y siempre existen esos momentos. No es necesario tener una pareja para ser feliz. La felicidad nace en mí.
Darme cuenta que la felicidad nace en mí y sólo en mí, me hace aún más feliz. Saber que logré derribar esa pared de hormigón que tenía y que me sofocaba, en este minuto me tiene casi extasiada de orgullo. Lo logré, obviamente lo hice con un poquito de ayuda.
¿Saben cómo me di cuenta?
Hoy, justamente hoy, terminamos nuestro pololeo con Potis y no sentí que mi mundo se destruyera, que todos mis proyectos se derrumbaran, ni ese maldito sentimiento de culpa que antes me daba al terminar una relación. Yo dí lo mejor de mí. Descubrí que por fin se me pasó el miedo al fracaso. Aprendí la lección, mi armadura se destruyó completamente, ahora soy capaz de amar libre y espontáneamente a quien se lo merezca.
Mi terror al fracaso pasó, ahora si hicieron eco en mi las palabras del psiquiatra, "los fracasos son experiencias frustrantes, pero tienes que tener claro que la felicidad absoluta no existe". La vida es así de dulce y agraz y depende de tí hacerla más o menos feliz. Así como depende de mí la felicidad, también depende de mí misma saber sobrellevar las frustraciones y por fin lo aprendí.
Hoy entendí que de cada experiencia mala que pasas en la vida siempre, siempre hay algo bueno que puedas extraer. Mi relación con Potis fue maravillosa y ahora puedo contar con un excelente amigo.
Ojalá pudiera ayudar a Potis a derribar esa pared infranqueable que construyó sobre sí mismo después de su separación. La misma que construí yo después de la mía. Al menos hoy trate de abrirle los ojos y sé que con su inteligencia va a lograr botar esa enorme mole. Estoy segura que después de nuestra conversación y de dos pequeños regalos que le hice cambiará su manera de enfrentar la vida.
Suerte Potis en el camino a la felicidad y en la destrucción de tu bloque de cemento.
Suerte para todos en el reencuentro consigo mismos.

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